
Sueño amniótico
El feto abrió los ojos dentro de su placentera bolsa, sobre su cabeza, una luz fría y cegadora por la que se precipitaba una cascada de líquido amniótico, se abría, sin darle tiempo a reaccionar. La mujer se echó la mano al bajo vientre, acusando un dolor insoportable, que se derramó sobre el suelo del camarote en olas que presentían la vida. Las aguas bañaron el pequeño habitáculo que se mecía de izquierda a derecha. De derecha a izquierda. El barco, en mitad del Atlántico e

El espíritu feo
La ginebra agita sus olas contra las paredes transparentes del vaso sin llegar a rebasar su borde. Sujeto por una mano de mujer, arrugada, de venas abultadas y azules, el vaso permanece fijo sobre la melena alborotada y plagada de canas de una cabeza que a su vez se apoya contra la pared. ¿Te han contado la del hombre que se puso a jugar a Guillermo Tell con su mujer y falló? Frente a ella dos hombres altos, casi gemelos, con su pelo corto y sus barrigas de abandono, están en

El asesinato de Agatha Christie
Agatha Christie no murió de una puñalada en el pecho, ni envenenada al comer una pasta de té, ni fue descuartizada, ni su cadáver fue enrollado en una alfombra y enterrado en la jardín de una mansión. No, falleció por causas naturales cuando ya era una octogenaria. Pero, años antes, en 1926 se temió por su vida al desaparecer sin dejar huella durante once días. ¿Dónde está Agatha Christie? LONDON. H.Y.SMITH Según informaciones de Scotland Yard, Agatha Christie desapareció la

Eres mi patria y mi exilio
El gotero hacía un ruido casi inapreciable, pero él podía oírlo en el inmenso y frío silencio de aquella habitación. Iba a morir, como tantos otros habían muerto antes. Iba a morir postrado en una cama, muy lejos de casa. Ni siquiera podría teñir con su sangre el suelo de su patria. Su patria… Su patria intermitente, su patria usurpada, quemada, bombardeada, devastada, humillada… Su patria… Y sus armas siempre fueron las palabras, certeras como proyectiles teledirigidos, prog

Nota inédita * (Mary Shelley)
La taza era transparente. Al contacto del agua caliente florecieron las hojas sin flores, desenrollando sus largas y verdosas ramificaciones en mi taza de cristal. Mientras yo pensaba en ti, en nosotros, en quemarte, conservarte o encerrarte en mi ficción, las hojas se desenrollaban flotando al fondo de mi taza y el vapor llegaba a mis manos, empañando la línea de la vida. Empañando nuestro destino, y borrando de un plumazo, el tuyo, amor, y con él también la línea del mío. L

Cierro los ojos y el mundo muere
La mujer alcanza la perfección. Frieda se gira dormida en la cama que comparte con Nicholas. Su cuerpo porta la sonrisa del deber cumplido. Por unos instantes, Sylvia deja la pluma al lado del papel, sobre el escritorio y los mira, duermen apaciblemente con los labios ligeramente separados, como dos cachorrillos, cansados de buscar entre los pliegues de las sábanas, el cuerpo de una madre que no está. Dos bebés muertos hechos ovillo, serpientes blancas. Cada uno prendido a un